Julio de 2006. Metula, extremo norte de Israel. Los tanques Merkava forman una larga hilera, listos para entrar en Líbano. Los soldados engullen bocadillos y lavan la ropa que cuelgan del cañón. El extranjero pregunta a uno de ellos sobre sus experiencias en la guerra contra Hezbolá. Y el uniformado se explaya. Enero de 2009. Hospital de Beersheva. El presidente israelí, Simón Peres, charla con un militar herido. Su semblante denota aún el miedo o tal vez los nervios por la visita del dignatario. "No hace falta que expliques detalles", zanja un funcionario cuando el herido precisa un hecho aislado del combate. Los portavoces castrenses andan por cada esquina, también en la colina de Sderot en la que se han apostado decenas de cámaras de televisión. Para decir más bien poco, o nada. Israel prohíbe el acceso a más de 500 periodistas, que aguardan a la apertura del paso fronterizo de Erez. Es una guerra censurada.
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martes, 6 de enero de 2009
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