Con su aire principesco, Gianfranco Fini (Bolonia, 1952) recibe a este diario en su despacho de la Cámara de Diputados fumando un cigarrillo. "Siempre he sido políticamente incorrecto", se justifica riendo. Y es verdad. En el país que inventó el fascismo, Fini ha dirigido durante 15 años a la posfascista Alianza Nacional, heredera del Movimiento Social Italiano, y ahora que ha abandonado el puesto y está a punto de fagocitar al partido en el Pueblo de la Libertad de Silvio Berlusconi, parece el político más equilibrado de esta emotiva y agitada III República italiana.
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martes, 10 de marzo de 2009
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