El presidente de Moldavia, Vladímir Voronin, de 67 años, había advertido a la UE de que el ingreso de Rumania complicaría las relaciones entre ambos países vecinos, unidos en parte por la lengua y la historia comunes. Para evitarlo, solicitó que los moldavos pudieran viajar sin visado por Europa. "Pero en Bruselas son duros de mollera", afirma Voronin a EL PAÍS, mientras los obreros reemplazan los vidrios de la presidencia, pulverizados en los desórdenes del 7 de abril.
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lunes, 13 de abril de 2009
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