Según un estudio de la UBA, el déficit es aún mayor. De los 230,9 litros per cápita de 1999 se bajó a 202. Para los especialistas, este cambio de hábitos es peligroso: afecta la estructura ósea, la coagulación y el sistema nervioso, y favorece la obesidad.
Articulo completo: Clarin
martes, 9 de junio de 2009
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